Porsche y turbo: una combinación que lleva cosechando éxitos desde mediados de la década de 1970, tanto en las carreras como en la producción en serie.
En 1981, la Fórmula 1 fijó su atención en la avanzada tecnología de Zuffenhausen. Aquel año, la tradicional escudería británica McLaren y el grupo empresarial TAG (Techniques d’Avant-Garde) encargaron a Porsche el desarrollo de un motor turbo. Hans Mezger, entonces Director del Departamento de Diseño de Vehículos de Competición, fue la mente creativa encargada de dar vida al proyecto. Apenas dos años después de recibir el encargo, el propulsor con denominación interna 2623 estaba listo para competir.
Este V6 biturbo revolucionó la Fórmula 1. Con solo 1.5 litros de cilindrada, en su primera fase desarrollaba 700 CV. Poco después llegó a alcanzar cifras cercanas a los 900 CV a un régimen de giro de 12 000 revoluciones por minuto. Gracias a esta elevada potencia, los monoplazas eran capaces de superar los 350 km/h sobre la pista. Pero este motor no destacaba solo por su buen rendimiento, sino por su construcción ligera, sus dimensiones compactas, su excelente eficiencia y, sobre todo, su fiabilidad.
La cooperación entre Porsche, McLaren y TAG ha sido una de las más fructíferas en la historia de la Fórmula 1. Con este motor, los pilotos de McLaren ganaron un total de 25 Grandes Premios entre 1984 y 1987: Niki Lauda se hizo con la victoria en el Campeonato Mundial de Pilotos en 1984, con una estrecha ventaja de medio punto sobre su compañero de equipo Alain Prost; después, en 1985 y 1986, Prost consiguió dos de sus cuatro títulos mundiales. No solo eso, también el equipo McLaren-TAG-Porsche logró el título del Campeonato Mundial de Constructores en 1984 y 1985.