- El autódromo checo, con sus cambios de dirección, sus fuertes frenadas y su cambiante climatología, lleva a las gomas al límite.
El breve parón del verano ya ha dado paso a la segunda mitad de temporada. Habiéndose disputado 9 de las 19 carreras del año, llega la hora del Gran Premio de la República Checa. El Autódromo de Brno plantea un nuevo reto para los neumáticos, que pueden ser decisivos en la décima prueba del Mundial.
Siendo un trazado técnico y exigente, cuenta con 5.403 metros con una anchura de pista de un total de 15 metros. A disposición de los pilotos estarán las gomas Michelin delanteras y traseras, en compuestos blando, medio y duro. Los neumáticos anteriores tendrán una estructura simétrica, mientras que los traseros serán asimétricos en la parte derecha con el objetivo de afrontar las 8 curvas de derechas y las 6 de izquierdas.
También estarán disponibles las gomas de mojado para una pista en la que el año pasado se vivió una carrera flag to flag.
Piero Taramasso, manager de dos ruedas de Michelin Motorsport declara: “Brno es un circuito muy exigente, construido en un entorno natural: con muchas elevaciones y descensos. Hay varias frenadas fuertes y cambios de dirección en el circuito, por lo que tendremos que estar atentos para analizar todos los datos que coleccionemos”.